28 horas después de haber salido de casa, 17 de ellas de vuelo, hemos llegado a nuestro primer hotel en Japón, en Osaka. De los vuelos hay poco que decir: largos pero tranquilos, y con un sistema de entretenimiento a bordo que ha hecho innecesarios todos los gadgets con batería hasta los topes que llevábamos encima. Y la batería tampoco habría sido un problema, porque teníamos cargadores USB y de corriente normal en cada asiento.
Ninguna queja para Emirates.
El proceso de entrada en el país ha sido algo más lento, pasando de mostrador en mostrador. En el control de pasaportes había bastante cola y se nos ha ido más de una hora. Cambiar el dinero ha sido mucho más rápido, y el cambio mucho mejor que el que nos ofrecían en Baraj… digo, en el aeropuerto Adolfo Suárez. Digamos que cambiando en el aeropuerto de Kansai hemos conseguido 20 yenes más por cada uno de nuestros euros. Aunque podrían haber sido 21, si hubiéramos comparado precios entre las diferentes oficinas de cambio de la terminal. Resulta curioso como estando tan cerca unas de otras, todas en la misma planta, puedan ofrecer precios diferentes. No es que la diferencia sea abrumadora, pero puedes sacarle el máximo rendimiento a tu dinero dedicando cinco minutos a comparar.
Algo más de cinco minutos hemos tardado en recoger el router. Pero ha sido, sobre todo, porque la chica de información nos ha mandado al mostrador equivocado. Después de esperar la cola ha resultado que ellos eran de otras empresas. Nos han enviado al correcto que, por cierto, estaba vacío.
Lo de la oficina de JR, donde teníamos que canjear los pases, ha costado un poco más. Según la información que teníamos, la oficina tenía que estar en la primera planta, la misma por la que sales tras recoger las maletas y pasar la aduana. Pero después de buscarla un rato hemos preguntado y nos han mandado a la segunda, y saliendo de la terminal (al fresquito de la noche, con unos 10 grados). La oficina ha resultado estar justo frente a la entrada a la propia estación de tren de JR. El resto no ha debido de tener muchos problemas en encontrarla, porque la cola era enorme. Más de media hora (y sigue sumando) hemos tardado en tener nuestros pases y los billetes para el siguiente tren. Billetes, por cierto, que hemos intentado meter varias veces en los torniquetes, a pesar de que sabíamos que los billetes reservados con el JR Pass hay que enseñárselos al personal de la entrada (consecuencias de no dormir en dos días).
El tren ha llegado bien, aunque nos han hecho bajar nada más subirnos porque tenían que limpiarlo, al ser final de línea. Se ve que hoy vamos a cometer todos los errores del novato. Ya en el tren hemos aprovechado para probar el router y ver lo bien que funcionaba. Rápido y sencillo. Ya estamos online.
El siguiente error del día: interpretar incorrectamente el símbolo que apuntaba al norte en el plano de zona de la estación y salir por la puerta equivocada. Luego ha rematado la faena un amable japonés que se ha ofrecido a ayudarnos y que nos ha mandado en el sentido contrario al que debíamos ir. Total: 10 minutos de paseo hasta que el GPS nos ha convencido de que íbamos mal (menos mal que ya teníamos conexión de datos) y nos hemos dado la vuelta. Otros 10 minutos para volver a la estación y otros 10 o 15 para encontrar el hotel. Al final hemos llegado unas dos horas más tarde de lo previsto, así que hemos cenado de lo que llevábamos encima y a ver lo que nos deja dormir el jet-lag…